La larga historia de los frascos de perfume artísticamente diseñados

La historia de los aromas es en gran medida efímera. Al fin y al cabo, los aromas de los lirios prensados de las orillas del Nilo o del precioso ámbar gris, que antaño valía más que el oro, son difíciles de imaginar si nunca se han olido estas rarezas.

Aunque el aroma de estos delicados ingredientes perfumados se desvanece con el tiempo, son innumerables los ejemplos de exquisitos frascos de perfume y envases permanecen para recordarnos la historia del sentido más olvidado. Desde el antiguo Egipto hasta el París moderno, la historia de los frascos de perfume está entrelazada con la historia de la fabricación del vidrioEl mundo de la perfumería se ha enriquecido gracias a los perfumes, así como a movimientos artísticos más amplios y a los usos específicos de los perfumes en cada cultura.

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La producción de perfumes se afianzó en Europa a finales de la Edad Media. Se crearon gremios de perfumistas para hacer crecer (y proteger) la incipiente industria, que se nutría estrechamente de la realeza y sus cortes. A finales del siglo XIV, los perfumistas de la corte húngara elaboraban Hungría Aguaun perfume que mezclaba los tradicionales aceites aromáticos con alcohol. El perfume a base de alcohol fue perfeccionado por los italianos en el siglo XIV, el líquido aqua mirabilis (agua maravillosa) era un potente brebaje perfumado. La necesidad de embotellar estos lujosos perfumes coincidió con la creciente industria veneciana del vidrio.

A finales de la Edad Media y durante el Renacimiento, los perfumes sólidos se guardaban en pomanders y se llevaban sobre el cuerpo, mientras que los perfumes líquidos se guardaban en exquisitos frascos. Venecia se hizo famosa por la producción de delicados y finos recipientes de vidrio en un estilo conocido como cristallo (que significa cristal transparente). Este façon de Venise se extendió por toda Europa a lo largo del Renacimiento, a medida que ganaban popularidad tanto la perfumería como la cristalería. En el siglo XVI, la noble italiana Catalina de Médicis se convirtió en reina de Francia y trajo consigo a su perfumista personal, René el Florentino. Ella instauró una moda cortesana de perfumes cargados de algalia y almizcle, estimulando la producción francesa.

Los frascos de perfume de finales de la Edad Media y el Renacimiento demuestran un lujo revigorizado y la constante evolución de las técnicas de los artesanos. El rociador de perfume (arriba) se utilizaba para perfumar una habitación y muestra una técnica clásica veneciana de trabajo de la caña. Los frascos de perfume también podían ser mucho más pequeños y, como el pomander, llevarse encima. Los perfumes de la nobleza a menudo se alojaban suntuosamente, como el ejemplo de ágata tallada y oro engastado con rubíes. Estos perfumes personales eran prácticos en un mundo en el que el baño y la higiene personal no estaban a la altura de los estándares modernos.

Los frascos de perfume europeos del siglo XVIII estaban muy influidos por la moda y los movimientos artísticos de la época. Fabricados en vidrio, porcelana o incluso en vidrio blanco disfrazado de porcelana, los frascos de perfume dejaron de ser un artículo exclusivo de los más ricos. El comercio mundial y el auge de una clase media europea interesada en los artículos de lujo hicieron que los perfumes producidos comercialmente estuvieran más al alcance de quienes disponían de ingresos. Tomando prestados los estilos neoclásico, las volutas y dorados del diseño rococó y las escenas pastorales del Romanticismo, los frascos de perfume siguieron las tendencias artísticas tanto de los pintores como de las artes decorativas. La producción de frascos de perfume ya no era exclusiva de Italia; se podían encontrar buenos ejemplos en Londres, Viena y otras ciudades.

Arte americano

La cristalería llegó a las colonias americanas bastante pronto; el primer taller se estableció en Jamestown en 1608. La producción nacional no igualaría a las importaciones hasta finales del siglo XVIII. En el siglo XIX, la producción en masa fue cada vez más posible gracias al avance de la Revolución Industrial.

Los diseños neoclásicos de los frascos de perfume eran populares en Europa, pero los consumidores estadounidenses también estaban desarrollando sus propios gustos. Se inclinaban por la decoración ornamental y el vidrio tallado o moldeado. Joyeros como Louis Comfort Tiffany crearon obras de arte de lujo para los consumidores más acaudalados, como ésta frasco de perfume tallada en ágata y decorada con oro y zafiros en estilo Art Nouveau.

En el siglo XX, algunos de los nombres más famosos del vidrio y la perfumería se labraron reputaciones que perduran hasta nuestros días. El joyero francés René Lalique se hizo famoso por sus frascos de perfume de vidrio esmerilado. Muchos frascos de perfume del siglo XX incorporaban un atomizador, un invento de finales del siglo XIX que produce una fina pulverización a partir de un líquido. Aunque en el siglo XIX las marcas de perfumes eran conocidas por su nombre, los frascos y las marcas pasaron a ser identificables como parte de un entorno de moda más amplio. El ejemplo perfecto es Chanel nº 5, una fragancia introducida en 1921 por la diseñadora Coco Chanel.

Basado en un diseño de 1924, el Chanel nº 5 era deliberadamente sencillo en reacción a las obras de cristal tallado de artistas como Lalique. Era, y sigue siendo, transparente; el líquido de color ámbar está a la vista. En la década de 1930 ya existían envases más pequeños para la mujer moderna. El perfume y su característico frasco siguen siendo icónicos, desde que Marilyn Monroe lo nombrara hasta que hoy aparece en letras de canciones.

Hoy en día, los frascos de perfume llevan muchas marcas, a diferencia de las piezas anónimas de la antigüedad. Sin embargo, con un cuidadoso diseño del producto, el frasco de perfume sigue siendo una obra de arte.